Tema 1: La Naturaleza de la Filosofía

1. El Origen de la Filosofía.

¿Para qué fue creado el ser humano?

Esencialmente fuimos creados para conocer y amar. Amamos el bien que conocemos. Y nadie ama lo que no conoce. Fuimos creados para contemplar  la realidad. 
El ser humano siempre quiere conocer. Conocer se puede definir como la capacidad que tiene la persona de salir de sí misma, trascendiéndose, de acceder al mundo que le rodea, comprenderlo y poseerlo de modo inmaterial. Mediante el conocimiento, de modo misterioso pero real , el hombre sale de sí mismo y llega a ser todas las cosas sin serlo. 
El hombre tiene esa capacidad por su inteligencia. La inteligencia tiene unas características que hacen que su modo de conocer sea diferente y más elevado que el conocimiento sensible (propia de los animales).

Estas características son:
  • LA INMATERIALIDAD: No necesita contacto físico para comprender algo. Conoce la realidad de una manera más profunda, llega a la esencia de las cosas.
  • LA REFLEXIVIDAD: Puede volverse sobre sí misma, actuar sobre su misma acción. Nunca se puede afirmar: “huelo el olfato” pero se puede afirmar: “pienso que lo que estoy pensando es lo mejor”, “pienso que pienso”.
Estas características hacen que la inteligencia se le denomine como espiritual, sin embargo no es totalmente independiente de lo corpóreo pues necesita del cerebro para activarse , en el ser humano no hay inteligencia sin cerebro, pero la inteligencia por ser espiritual es superior al cerebro [1]. 

NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA

Fue la admiración lo que, desde el principio movió al hombre a hacerse las primeras preguntas filosóficas.
Para comprender la inspiración filosófica es preciso sentir, en algún momento al menos, la extrañeza por las cosas que son o existen, librarse de la acomodación o habituación al medio y a lo cotidiano, ponerse en el puesto del que abre los ojos en un ambiente desconocido y extraño. 
Existe una primera admiración directa ante la existencia. Y existe una segunda admiración: reflexiva; el hombre posee dos experiencias: la que le proporciona los sentidos, la vida sensible, que le es común con los animales, y la experiencia que involucra la razón es un modo superior de conocimiento que le es nato y primitivo. Pues bien, la razón le informa de un mundo de conceptos, de ideas, de leyes, que son universales, invariables, siempre iguale en sí mismas, por ejemplo: las ideas geométricas, los conceptos físicos, las leyes científicas, las cuales son inmutables, unas y universales. Los sentidos, en cambio, le ponen en contacto con un mundo en que nada es igual a otra cosa, compuesto por individuos diferentes entre sí, en que nada es inmóvil, sino todo en movimiento, en constante cambio y evolución. Este contraste desgarrador en el seno mismo de su experiencia provoca la admiración o extrañeza en el pensador, en el hombre en general, que experimenta una incomprensión (no logra comprender) natural hacia el hecho del movimiento, del cambio, hacia su propio envejecimiento, hacia el constante paso de las cosas [2]. 
El cerebro del hombre sueña y se alimenta de futuro porque como ingrediente básico de su funcionamiento, encendido por sus emociones, está la curiosidad. El hombre posee la curiosidad que es aquella que le lleva a explorar y husmear lo que no conoce. Y así ha creado la ciencia, ese método prodigioso que consiste en observar algo, manipularlo y indagar cómo funciona para, como un niño, volver a manipularlo, equivocarse y rectificar. Camino único que conduce hacia la verdad, la que por otra parte sabe que nunca alcanzará totalmente. 
Hubo desarrollos filosóficos en China e India pero la que alcanzó mayor desarrollo fue la griega. Cuyo nacimiento se debe fundamentalmente a tres factores: la próspera situación económica de las regiones portuarias griegas, donde el intercambio económico y de ideas era constante, y que permitió la aparición de una clase social con tiempo libre y que despreciaba el trabajo manual (propio de esclavos) y la libertad de creencias religiosas presente en la sociedad y la libertad política, que favorecieron un clima de mayor tolerancia respecto a otras creencias, ideas y razonamientos. La ciudad asiática de Mileto se convirtió en el primer núcleo filosófico de Grecia. Cuando la ciudad fue destruida por los persas (494 a. C.), los pensadores encontraron acogida en Atenas. Sócrates fue el primer gran pensador ateniense.
Tenemos datos de la filosofía a partir del siglo VI a.C. Hasta nuestros días han pasado 26 siglos de historia en que se han sucedido muchos filósofos. A todos les interesaron las últimas causas de las cosas pero en cada período se concentraron en problemas diferentes al de otros períodos. 

PASO DEL MITO AL LOGOS

El origen de la filosofía se describe como el paso "del mito al logos", es decir, la sustitución de las explicaciones mitológicas por explicaciones racionales para entender los  interrogantes que planteaba la naturaleza.

 
Fuente: http://estudiantes.iems.edu.mx/cired/imgs/es/fl/presocraticos/imgcircles.jpg

  • MITO: Concepción global de la realidad, Explicaciones imaginativas, Saber tradicional, Arbitrariedad de las fuerzas sobrenaturales.
  • LOGOS - FILOSOFÍA: Concepción global de la realidad, Explicaciones racionales, Saber crítico, Elementos naturales gobernados por leyes naturales. 
Los mitos son narraciones simbólicas (cuentan una historia que hay que interpretarla) situadas fuera del tiempo histórico, que se van transmitiendo de generación en generación y que están protagonizadas por seres extraordinarios. Explican cuestiones relacionadas con el hombre, la naturaleza y los dioses. Llegó un momento en que las narraciones míticas perdieron significación, y en su lugar se buscaron explicaciones racionales en las que no intervinieran ni divinidades ni seres sobrenaturales. Los primeros filósofos propusieron, en sustitución de los seres mitológicos, un principio natural, como el agua o el aire, a partir del cual se derivaba el resto de la realidad. 
Aunque en la actualidad aquellas primeras respuestas y explicaciones racionales que se ofrecieron para los fenómenos que resultaban enigmáticos y sorprendentes no son siempre satisfactorias, supusieron una importante innovación: el surgimiento de la filosofía. 
Los primeros filósofos occidentales son los denominados filósofos presocráticos. Fueron ellos quienes dieron ese importante paso de sustituir el modelo de explicación mítico por el modelo de explicación racional (aunque en el mito ya está presente el logos y a la inversa) a la hora de encontrar las respuestas a los grandes interrogantes que se plantea la humanidad. Se los ubica cronológicamente en los siglos VII y VI antes de Cristo.
La característica principal común a casi todos los filósofos presocráticos es la preocupación por cuestiones cosmológicas referentes al origen y composición del universo. Más concretamente, los presocráticos intentaron encontrar el elemento o sustancia del que proceden y están hechas todas las cosas que componen el universo, y al cual vuelven después de descomponerse. A ese elemento o sustancia lo denominaron arché o physis. Para estos pensadores, detrás de la aparente multiplicidad de la naturaleza, de la cual nos informan los sentidos, debía existir un principio único y, por tanto, buscaban la unidad en la multiplicidad. Esa es la función de la razón: descubrir la auténtica realidad en medio de tantas apariencias [3].



[1] Burgos, J. M. (2005). 

[2] Gambra, R. (1988).

[3] Los orígenes del pensamiento filosófico. http://lopezdemendoza.es/desc/filosofia/PLATON.pdf


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2. Significado del término filosofía

Antes de hablar del término filosofía conviene hacer unas aclaraciones de lo que no es filosofía:
  • No debe confundirse la filosofía con el "pensar mucho". Muchos otros profesionales -abogados, arquitectos, ingenieros-, necesitan pensar mucho y no es la su una tarea filosófica.
  • Tampoco es pensar pensamientos (o ideas) filosofía es pensar a fondo sobre la realidad.
  • Filósofo no es el que sabe más cosas y es capaz de ganar cualquier concurso de TV o radio; ni es el que entiende de cualquier cosa (electrónica, informática, setas, sellos, minerales, etcétera) sino el que entiende más a fondo la realidad misma: -¿por qué el ser y no más bien la nada? ¿qué son el bien, el mal, la libertad, la felicidad, la criatura, Dios?
  • Platón, uno de los primeros que comenzaron a hablar de "filosofía" como tal, decía que los filósofos eran los que estaban interesados en lo eterno y lo inmutable. Platón y Aristóteles no reducían la filosofía a un mero análisis lógico y lingüístico, como ha sucedido en los últimos tiempos.

El término filosofía significa amor a la sabiduría.

Examinando sus raíces griegas, etimológicamente, la filosofía se define como amor a la sabiduría. Una antigua tradición cuenta que los primeros pensadores griegos se llamaron "sabios", y que Pitágoras, por modestia, sólo quiso llamarse "amante de la sabiduría" o "filósofo": de ahí vendría el uso del término "filosofía". Aunque también es verdad que Cicerón atribuye esa tradición a un discípulo de Platón, llamado Heráclides el Póntico. Lo cierto es que, independientemente de donde provenga la tradición, esta consideración de la filosofía como amor a la sabiduría nos proporciona una buena base para nuestro estudio: las dos dimensiones o facultades más importantes del hombre (la inteligencia y la voluntad) aparecen en la etimología de esta palabra (filia: amor, amistad; sofía, sabiduría). La filosofía es el deseo y el empeño por conocer la realidad, por vivir en la verdad. Ese amor nos lleva a estudiar las ciencias particulares, a opinar y discutir sobre casi todos los temas, a la búsqueda humilde y sincera de la verdad.[1] 
De hecho, la filosofía es, la actividad más natural del hombre, y la actitud filosófica, la más propiamente humana. Imaginemos a un hombre que salió de su casa y ha sufrido un accidente en la calle a consecuencia del cual perdió el conocimiento y fue trasladado a una clínica o a una casa inmediata. Cuando vuelve en sí se encuentra en un lugar que le es desconocido, en una situación cuyo origen no recuerda. ¿Cuál será su preocupación inmediata, la pregunta que enseguida se hará a sí mismo o a los que le rodean? No será, ciertamente, sobre la naturaleza o utilidad de los objetos que ve a su alrededor, ni sobre las medidas de la habitación o la orientación de su ventana. Su pregunta será una pregunta total: ¿qué es esto? O, mejor, una que englobe su propia situación: ¿dónde estoy?, ¿por qué he venido aquí? [2] 
Aristóteles, inicia una de sus obras, en concreto la Metafísica, con una simple pero clara afirmación. Nos dice que "Todos los hombres desean, por naturaleza, saber". Ahora bien, debemos tener en cuenta que, en un sentido riguroso, "saber" (y, por consiguiente, "sabiduría") no es otra cosa que poseer un conocimiento verdadero. Con esto ya hemos alcanzado dos conclusiones: En primer lugar, definir la filosofía como amor a la sabiduría equivale a definirla como "amor a la verdad". En segundo lugar, esta actitud filosófica, amor a la sabiduría, amor a la verdad o afán de saber, es algo connatural a la propia naturaleza humana, algo que es propio del hombre por el mero hecho de ser hombre.

Descubrir la verdad abre un horizonte prácticamente infinito: conocer, amar y contemplar son tres actividades propias del hombre que se admira ante la realidad. La verdad, el bien y la belleza son comunes a todos los hombres. La verdad lleva al enamoramiento y, por tanto, a la contemplación y al respeto. [3]
Pues bien, la situación del hombre en este mundo es en todo semejante al hombre del ejemplo. Venimos a la vida sin que se nos explique previamente qué es el lugar a dónde vamos ni cuál habrá de ser nuestro papel en la existencia. Tampoco se nos pregunta si querernos o no nacer. Cierto que, como no nacemos en estado adulto sino que en la vida se va formando nuestra inteligencia; al mismo tiempo nos vamos acostumbrando a las cosas, a verlas como lo más natural e indigno de cualquier explicación. A los primeros e insistentes ¿por qué? de nuestra niñez responden nuestros padres como pueden, y el inmenso prestigio que poseen para nosotros de una parte, y la oscura convicción que tiene el niño de no estar en condiciones de llegar, a entenderlo todo, de otra, nos hacen aceptar fácilmente una visión del universo que, en la mayor parte de los casos será definitiva e inconmovible.
Sin embargo, si viniéramos, al mundo en estado adulto, nuestra perplejidad sería semejante a la del hombre que, perdido el conocimiento, amaneció en un lugar desconocido. 
Llegada la inteligencia a su estado adulto suele, en algún momento al menos, colocarse en el punto de vista del no habituado, de su nesciencia profunda frente al mundo y a sí mismo. En ese instante está haciendo filosofía.

Muchos hombres ahogan en sí esa esencial perplejidad, ellos serán los menos dotados para la filosofía; otros la reconocen como la única actitud sincera y honesta y se entregan a ella. Éstos serán filósofos [4].


[2] Gambra, R. (1988).
[4] Gambra, R. (1988).


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3. Filosofía y Conocimiento Ordinario. 




NIVELES DE CONOCIMIENTO 

Conocimiento ordinario o sentido común, Ciencia y Filosofía, El conocimiento de la fe.

Los tres primeros están al alcance de cualquier persona, puesto que son capacidades naturales de la inteligencia humana. La fe, en sentido teológico, es una capacidad sobrenatural que presupone un don sobrenatural, por eso no la contamos ahora.
Son, pues, tres grados de conocimiento que el hombre puede adquirir por medio de sus facultades: a partir de la sensibilidad y de la inteligencia en continuidad con la sensibilidad, en contacto con la realidad. No hay conflicto entre ninguno de nuestros niveles de conocimiento.
1.  El sentido común nos enseña cómo las cosas aparecen. Y esto es un conocimiento importante, aunque no haya de tenerse por definitivo y completo (el fuego quema, el agua moja).
2.  La ciencia indaga y manifiesta las causas inmediatas de las cosas que caen bajo nuestro radio de observación y experimentación. Es un conocimiento más profundo (el agua está compuesta de dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno).
3.  La filosofía nos conduce al conocimiento de las últimas causas de los entes. 
Filosofía es un tercer saber, por encima del saber vulgar y del saber científico, aunque inferior a la teología. Tiene puntos de contacto con todos los demás, pero sin coincidir con ninguno de ellos.
Sentido común, ciencia y filosofía nos dan distintos niveles de la verdad de las cosas. Sin el conocimiento ordinario o sentido común no tendríamos posibilidad de supervivencia; sin la ciencia no cabría desarrollo técnico; sin filosofía no sabríamos nada sobre el origen, el fin y el sentido de la vida. 

CONOCIMIENTO ORDINARIO Y FILOSOFÍA

Conocimiento ordinario:

Normalmente llamamos sentido común al conocimiento ordinario que todo el mundo posee por el ejercicio espontáneo de la razón, de forma no reflexiva, es decir, precientífica. Este conocimiento no es suficiente para la ciencia, pero es una base para ella, pues es necesario tener algún tipo de conocimiento por muy pequeño que sea, para poder formularse las preguntas que van a dar paso a una investigación científica como la Filosofía y Las demás Ciencias [1].
Este conocimiento no es especializado, aunque muchas veces se llega a él por medio de los métodos de la ciencia, puede someterse a prueba, enriquecerse y superarse. Las investigaciones se encargan de corregir o rechazar el conocimiento ordinario para enriquecerlo gracias a los resultados de la ciencia. A su vez la ciencia crece a partir del conocimiento común, cuando la experiencia no plantea ni resuelve problemas, entra en acción la ciencia, inventando y arriesgando conjeturas más allá del conocimiento ordinario.

Clases de conocimiento ordinario:
  • Conocimiento técnico: es un conocimiento especializado que se encuentra en las artes y en las habilidades profesionales, este conocimiento no es científico.
  • Protociencia: Es el trabajo cuidadoso y sin objetivo teorético de la observación y la experimentación. También es llamado ciencia embrionaria.
  • Pseudociencia: creencias y prácticas que se autodenominan ciencia aunque no posean el planteamiento, las técnicas y los conocimientos de la ciencia. Por ejemplo el espiritismo y el psicoanálisis.
Estos conocimientos ordinarios no son ciencia propiamente, pero la ciencia se vale de ellos para avanzar en sus investigaciones. El conocimiento ordinario posee una serie de generalizaciones empíricas en torno a la cual se organiza gran parte de la vida cotidiana del ser humano. Algunas de sus características son: que este conocimiento se refiere principalmente a acontecimientos de la vida cotidiana, no presupone un conocimiento especializado, no se somete a contrastaciones metódicas, por lo general realiza inducciones, es decir, resúmenes de hechos observados o inferidos, no es sistemático, es aislado, etc [2].

Certeza del conocimiento ordinario:

Las certezas que componen lo que llamamos sentido común son verdaderamente comunes a todos, hasta el punto de que nadie carece de ellas, ni puede prescindir de ellas en el momento de razonar.
En efecto, los mismos que niegan el sentido común, lo utilizan, al menos en parte, como presupuesto implícito de sus razonamientos.
Así por ejemplo, como ya aclaró definitivamente Aristóteles, sólo puede negarse el principio de no contradicción haciendo uso subrepticio (oculto, disimulado, solapado, secreto) de él.
Hay una serie de "principios metafísicos" y de principios morales que forman parte ciertamente del sentido común:
  • La idea de mundo o universo, es decir, el conjunto ordenado de todas las cosas que se constatan como existentes y se conjeturan como posibles. Todas ellas se encuentran conectadas con la idea común de "ser". Son cosas que son algo, pertenecen al orden del ser.
  • La conciencia del propio yo, como sujeto en relación al universo de objetos.
  • La noción de "orden" entre las cosas, de la que deriva la evidencia de un deber de ajustarse con la propia libertad a ese orden para alcanzar el fin final.
  • La noción de causa primera y último fin, o sea, Dios creador y providente, legislador y remunerador.
En el sentido común no hay más que encontrar, a no ser las certezas que derivan de las mencionadas por simple explicitación. Son pocas, pero absolutas y universales. No hay hombre que hable y razone sin hacer uso de ellas como punto de partida, como gramática de su lenguaje, como armazón lógica de su reflexión sobre la realidad en la búsqueda de una sabiduría de cualquier género.
Aun cuando alguien en filosofía quiera negar alguna de esas certezas o el conjunto de todas ellas (escepticismo), se descubre en el lenguaje del que la habla, la existencia previa de estas mismas certezas.
La filosofía, arranca necesariamente del conocimiento ordinario, no podría ser de otro modo. Justamente por eso, toda filosofía que no respete el sentido común (aunque no lo reconozca y defienda explícitamente) es una falsa filosofía o una filosofía falsa, en la que siempre se podrá descubrir una incoherencia lógica, una contradicción intrínseca.Y la contradicción es la muerte de toda la filosofía, como de cualquier pensamiento, tanto teórico como práctico.
Sin embargo el sentido común nunca se encuentra en estado puro. Siempre se encuentra -como el alma- en un cuerpo, en el sentido de que anima y hace posible la existencia de un pensamiento y de una cultura, pero no le puede ver separado de ellos.
Por eso se ha dicho que "el sentido común es la base inexpresada de toda expresión" (Francis Jacques)[3].




[2] Bunge, M. Sacristán Munuel (2011). http://www.tiposde.com/ciencia/conocimiento/conocimiento-ordinario.html


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4. Ciencias Especulativas, Ciencias Prácticas y Artes.

LAS CIENCIAS ESPECULATIVAS

Las ciencias especulativas, llamadas también ciencia teóricas, son las que, sin más,  tienen como fin a la verdad, y dentro de ellas, se encuentran por ejemplo, la la metafísica, la física no aplicada y la matemática no aplicada. El camino de la ciencia especulativa termina en el sujeto mismo.

CIENCIAS PRÁCTICAS

Las ciencias prácticas  tienen como fin la acción o la consideración de la verdad, pero ordenada al fin de la operación. Por ejemplo la ética. Se puede afirmar que buscan la verdad pero en cuanto es práctico. El camino de la ciencia práctica termina en el objeto. 

LAS ARTES

Las culturas de las cuales cada uno de nosotros proviene, han hecho una clara distinción entre arte y ciencia: la ciencia es considerada como una búsqueda sistemática del conocimiento, el arte es una forma de grata de experiencia que hace posible a través de lo que llamamos una obra de arte; el arte proporciona satisfacción, la ciencia proporciona percepción de la naturaleza interior de las cosas y comprensión;  el arte es efectivo, la ciencia es cognoscitiva; el arte es expresivo, la ciencia es declarativa;la ciencia es susceptible de replica, el arte es personal y única; el arte crea ficciones, la ciencia busca la verdad.
Ya partiendo de esto podemos decir que la filosofía es la ciencia especulativa porque busca la verdad por la verdad (Metafísica), es ciencia practica porque ayuda al buen obrar humano (Ética filosófica). Además podemos decir que la filosofía va más allá que una ciencia puesto que también es un arte (el arte de pensar) [1].



 [1] Artigas, M. (1995).


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5. Definición de Filosofía.



La filosofía, lejos de ser algo oscuro y superfluo situado sobre la sencilla claridad de las ciencias particulares es el conocimiento que la razón humana reclama de modo inmediato y natural.
Para llegar a una más clara noción de lo que sea filosofía, tratemos de sentar y de comprender una definición de la misma. Aunque se han propuesto muchas definiciones de filosofía en los diferentes sistemas filosóficos podemos atenernos a la definición clásica, en la que coinciden casi todos los filósofos; ella nos servirá después para delimitar qué es filosofía de lo que no lo es, en el seno de los posibles modos de conocimiento humano:

"Ciencia de la totalidad de las cosas por sus causas últimas, adquirida por la luz de la razón"

Analicemos cada parte de este concepto.

Ciencia:

Muchos de nuestros conocimientos no son científicos. Así el conocimiento que los hombres siempre tuvieron de las fases lunares, de la caída de los cuerpos. Así el que tiene el navegante de la periodicidad de las mareas, etc. Estos son conocimientos de hechos, vulgares, no científicos. Pero quien conoce las fases de la Luna en razón de los movimientos de la Tierra y su satélite, la caída de los cuerpos por la gravedad, las mareas por la atracción lunar, conoce las cosas por sus causas, esto es, posee un conocimiento científico. Para hablar de ciencia, sin embargo, hay que añadir la nota (o característica) de conjunto ordenado armónico, sistemático, frente a la de conocimientos científicos aislados. La filosofía es, ante todo, conocimiento por causas, esto es, no se trata de un mero conocimiento de hechos, ni tampoco de una explicación mágica —por relaciones no causales— de las cosas; y en forma coherente, unitaria, por oposición a cualquier fragmentarismo. Por ello Aristóteles definía a la ciencia—y a la filosofía, que para él se identifican— como "teoría de las causas y principios".

De la totalidad de las cosas:

La filosofía no recorta un sector de la realidad para hacerlo objeto de su estudio. En esto se distingue de las ciencias particulares (la física, las matemáticas, las ciencias naturales), que acotan una clase de cosas y prescinden de todo lo demás.
Heidegger, un filósofo alemán existencialista, fallecido en 1976, empezaba uno de sus más memorables artículos destacando la angustia, la esencial insatisfacción que el hombre experimenta ante la delimitación que cada ciencia hace de su objeto propio: la física estudia el mundo de los cuerpos y nada más; la biología; el mundo de los seres vivos y nada más. Y se pregunta ¿qué se hace de los demás?, ¿qué del todo como unidad? El hombre en el mundo, como el que, en nuestro ejemplo, despierta en aquel medio desconocido, no puede satisfacerse con explicaciones parciales sobre los diversos objetos que le rodean. De esta visión de totalidad sólo se hace cargo la filosofía, y en esto se distingue de cada una de las ciencias particulares.
Por sus causas últimas:

Cabría pensar, sin embargo, que, si de cada ciencia particular se diferencia la filosofía por la universalidad de su objeto, no se distinguirá, en cambio, del conjunto de las ciencias particulares, de lo que llamamos enciclopedia. Si las ciencias particulares se reparten la realidad en sectores diversos, el conjunto de las ciencias estudiará la realidad entera. Por otra parte, si cada ciencia se hace cargo de un sector de la realidad y todos los sectores tienen su correspondiente ciencia, no quedaría ningún objeto posible para otro saber de carácter filosófico. Para distinguir la filosofía de la enciclopedia debemos hacernos cargo antes de la distinción entre objeto material y objeto formal de una ciencia. Objeto material es aquello sobre lo que trata la ciencia. El objeto material de la enciclopedia (la totalidad de las cosas) coincide con el de la filosofía. Objeto formal es, en cambio, el punto de vista desde el que una ciencia estudia su objeto. Así la geología y l a geografía tienen un mismo objeto material (Geos, la Tierra), pero distinto objeto formal, pues mientras a la primer a le interesa la composición de las capas terrestres, la geografía estudia la configuración exterior de la Tierra; otro tanto sucede con la antropología, la psicología, la anatomía, la fisiología que estudian todas al hombre desde distintos puntos de vista. Así, cada ciencia, y la enciclopedia como suma de ellas, estudia sus propios objetos por sus causas o razones inmediatas, propias e inmanentes a ese sector de la realidad. La filosofía, en cambio, estudia su objeto por las razones últimas o más universales. Cada ciencia parte de unos postulados o axiomas que no demuestra, y ateniéndose a ellos trata su objeto. La filosofía, en cambio, debe traspasar esos postulados científicos y llegar a una visión coherente del Universo por sus razones más profundas. Las cosas se explican fácilmente unas por otras, lo difícil es explicar que haya cosas. Este problema, radical, sobre la naturaleza del ser y sobre su origen y sentido constituye el objeto formal de la filosofía, por el que se distingue del conjunto de las ciencias. La filosofía y la enciclopedia, en fin, se diferencian. 

Adquirida por la luz de la razón:

Cabría todavía confundir la filosofía con otra ciencia que trata también de la realidad universal por sus últimos principios, envolviendo la cuestión del origen y el sentido: la teología revelada o, más exactamente, el saber religioso. Distinguense sin embargo por el medio de adquirir ambos conocimientos, pues al paso que el saber religioso procede de la revelación y se adquiere por la fe, el saber filosófico ha de construirse con las solas luces de la razón. Al revelar Dios el contenido de la fe quiso que todo hombre tuviera el conocimiento necesario de su situación y de su fin para salvarse; pero este conocimiento, aunque para el creyente sea indudable, no constituye por sí una concepción del Universo, sino sólo los datos e hitos prácticos necesarios para la salvación, y no exime al hombre de la necesidad y del deseo de poseer una concepción racional de la realidad, porque, como dice Aristóteles: "es indigno del hombre no ir en busca de una ciencia a que puede aspirar".
La filosofía responde, pues, a la actitud más natural del hombre. En rigor, todo hombre posee, más o menos confusamente, una filosofía. Piénsese, por ejemplo en la India, ese pueblo apático, indiferente ante la vida y la muerte, tan proclive a dejarse gobernar por extranjeros sólo por no tomarse el trabajo de hacerlo por sí misma en el fondo de su actitud ante la vida hay toda una concepción filosófica: ellos son panteístas, creen que el mundo es una gran unidad, de la que cada uno no somos más que una manifestación, y a la que todos hemos de volver. Ante este fatalismo que anula la personalidad, la consecuencia natural es el quietismo.
Los pueblos occidentales, en cambio, han sido siempre activos, emprendedores También les mueve una filosofía, que es en ellos colectiva: creen en la personalidad de cada uno como distinta de las cosas y de Dios y como perfectible por- su propio obrar.
En sus orígenes, filosofía era lo mismo que ciencia; filósofo, lo mismo que sabio o científico. Así, Aristóteles trata en su obra no sólo de esas remotas cuestiones que hoy se reservan los filósofos, sino también de física, de ciencias naturales. Fue más tarde, con el progreso del saber, cuando se fueron desprendiendo -del tronco común- las llamadas ciencias particulares. Cada una fue recortando un trozo de la realidad para hacerlo objeto de su estudio a la luz de sus propios principios. Esto constituyó un proceso necesario por la misma limitación de la capacidad humana para saber. Hasta después del Renacimiento hubo todavía —excepcionalmente— algún sabio universal: hombres que poseían cuanto en su época se sabía. Descartes y Leibniz son ejemplo de ello.
Sin embargo, por encima de esta inmensa y necesaria proliferación de ciencias independientes, subsiste la filosofía como tronco matriz, tratando de coordinar y dar sentido a todo ese complejísimo mundo del saber y planteándose siempre la eterna y radical pregunta sobre el ser y el sentido del Universo [1].



 [1] Gambra, R. (1988).

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6. Filosofía y Visión de Mundo.

La filosofía es un saber connatural al hombre: 

Cada persona tiene su concepción de Dios, del hombre y del mundo. En otras palabras, tiene su propia filosofía. También las diversas teorías científicas políticas, económicas, sociales, etc. tienen su propia filosofía. Así mismo las diversas culturas e ideologías suponen y transmiten ideas filosóficas. En este sentido, el dilema radica no en tener o no una filosofía sino en si esta base filosófica es lo suficientemente profunda y ordenada. Nos podríamos preguntar: ¿qué filosofía orienta una empresa, una institución, un partido político, un sindicato, etc.? 

Estudio ordenado de la filosofía: 

El estudio ordenado de la filosofía es necesario para alcanzar una visión correcta y bien fundamentada de la realidad. Este conocimiento sirve como defensa frente a las ideologías de los ambientes culturales que deforman los conocimientos del saber espontáneo; y también permite discernir los aciertos y errores de las ideas predominantes en los diversos ámbitos científicos culturales y sociales

El estudio de la filosofía requiere esfuerzo:


El estudio de la filosofía tiene dificultades, por lo mismo requiere de mucho esfuerzo, a veces mayor que otras disciplinas. Y, como todo estudio especializado, sólo se adquiere una adecuada perspectiva cuando se ha llegado a un cierto nivel de conocimientos. De ahí que, es conveniente familiarizarse con la terminología propia de cada tema, pues nos permite comprender mejor su contenido.  

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